Leonardo da Vinci: arte y ciencia

Leonardo da Vinci: arte y ciencia

¿Qué era en realidad Leonardo da Vinci? ¿Artista, científico? ¿Qué era más importante para Leonardo da Vinci: ciencia o arte? No pueden separarse. La ciencia era necesaria para crear su arte. Su arte era el vehículo, la motivación necesaria, para investigar y crear su ciencia.

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Luigi Pampaloni: Estatua de Leonardo da Vinci, 1839. Patio de los Uffizi, Florencia.

Es reconocida la fama de Leonardo da Vinci como pintor, también como inventor de aparatos visionarios, pero no es tan conocida su faceta, tan importante como la artística, la de científico.

«El placer más noble es el júbilo de comprender».

Leonardo da Vinci.

Leonardo, años antes que Galileo Galilei (considerado el padre de la ciencia moderna) ya había establecido las bases del método científico. Mucho antes que Isaac Newton hablara de la gravedad, Leonardo ya lo hacía de «la atracción de unos cuerpos por otros». Después de su muerte, sus cuadernos, con mucha información innovadora y acertada sobre una amplia cantidad de campos de conocimientos, se perdieron. Varios cientos de años después fueron revelados algunos de estos escritos, que de haberse descubierto a su muerte, hubieran supuesto un gran y desconocido avance para la ciencia.

Leonardo da Vinci: el genio humano

Lo indudable es que Leonardo da Vinci era un hombre, un ser humano mortal. Se nos presenta al personaje como el ejemplo de Hombre del Renacimiento, el Hombre Universal, el sabio, el divino convertido en mito, el visionario. Y lo cierto, es que Leonardo da Vinci fue un genio, pero un genio humano, alcanzable, posible, con sus aciertos y sus fallos, con sus alegrías y frustraciones (biografía de Leonardo da Vinci).

Mi intención, a través de este pequeño reducto de la red global, es poder descubrir la medida (para la mayoría aún desconocida) de la genialidad del florentino, sobre todo, es su aportación a la ciencia, o mejor dicho, de lo que pudo ser su aportación a la misma.

Leonardo da Vinci: el pintor

Esta faceta del florentino es la más conocida y reconocida. Y digo pintor y no artista, porque él mismo consideraba a la pintura como el arte superior a las demás. Así aparece en su famoso paragone (parangón): una defensa oral de la pintura en comparación con la poesía y la escultura, realizada en Milán en 1498 y que más tarde se incluiría como introducción a su Tratado de la pintura, publicado en 1651.

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Cesare Maccari: Leonardo retratando a la Gioconda, 1863.

Cierto que también se adentró en la escultura, aunque solo se le conoce la maqueta en arcilla de Il Cavallo (un caballo gigante) para el monumento ecuestre de Francisco Sforza y un segundo encargo de escultura ecuestre que nunca realizó. Igualmente como arquitecto llegó a realizar numerosos dibujos, incluso reconocido asesor de proyectos arquitectónicos, pero no se le atribuye ninguna obra realizada.

Para Leonardo la pintura debía que mostrar la realidad y tenía que ser mostrada como esta misma. Por eso era tan importante la ciencia porque era el vehículo para realizar la mejor pintura naturalista. Realizó investigaciones sobre perspectiva (mejorando las ya realizadas antes por Alberti y Brunelleschi), óptica, luz y color. De ahí su famoso sfumato (difuminado de contornos) o el claro oscuro. Pero también vertería sus estudios sobre las figuras y elementos que serían pintados. Así realizó investigaciones sobre anatomía, proporciones, botánica, geología y dinámica de fluidos.

Pero no solo aspectos formales, sino también psicológicos y narrativos. Realizó estudios sobre los gestos de las personas según sus emociones. De hecho, llegó a establecer un código de gestos y características de la cara y el cuerpo para cada estado emocional. Este es el único Código da Vinci real y no el ingeniado por Dan Brown.

«El pintor disputa y rivaliza con la naturaleza».

Leonardo da Vinci.

En la pintura de Leonardo da Vinci no hay ningún elemento que se deba a la improvisación o la suposición. Todo está por algo, contrastado a través de la ciencia, con la realidad.

Leonardo da Vinci: el científico

Galileo, nacido más de cien años después que Leonardo, suele ser considerado el padre de la ciencia moderna. Lo cierto es que de haberse conocido en vida, o poco después del fallecimiento de Leonardo, todas sus investigaciones sobre multitud de materias y el enfoque empírico que utilizaba para llegar a sus conclusiones, es posible que este honor fuera repartido. Pero, lo más importante, quizá otros científicos más próximos a Leonardo podrían haber aprovechado esa información para hacer avanzar más rápido la ciencia. Desgraciadamente, su influencia fue casi nula porque, hasta unos trescientos años después, la gran parte de sus aportaciones científicas no fueron descubiertas.

Leonardo se desmarca de la escolástica medieval por la que toda explicación científica era filtrada por la concepción teológica cristiana del universo. Cualquier teoría que se alejara de esta visión podía ser tachada de herejía.

La visión de la ciencia de Leonardo tiene una sensibilidad animista, basada en leyes naturales que se complementan y se entrelazan, es holística. No es mecanicista, es decir, no pensaba que la naturaleza era comparable al funcionamiento de una máquina. Curiosamente en esto también es un visionario, porque después de muchos años de predominancia de la ciencia mecanicista, la visión holística de la ciencia actual está ganando terreno y resolviendo nuevos desafíos.

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Domenico Cunego: Leonardo da Vinci, 1782.

El método científico de Leonardo da Vinci

Se basaba en tres puntos: investigación de conocimientos anteriores, observación y experimentación.

A lo largo de los años, Leonardo se dio cuenta de la importancia de acudir a conocimientos anteriores. En sus años de juventud renegaba de su importancia, pero se fue dando cuenta que en muchas ocasiones era un buen punto de partida. A veces acudía a los clásicos (como para su Hombre de Vitruvio) y en otras a diferentes pensadores, en muchas ocasiones, árabes. El acceso a estos conocimientos no le era fácil, dado que al no disponer de una educación superior no sabía latín, idioma en el que estaban gran parte de los libros de su época. Así que tuvo que ser forzosamente autodidacta. Nunca terminó de aprender bien el latín (parece que los idiomas no se les daban bien), aunque su biblioteca personal fue ganando volúmenes con el tiempo.

Después, o a la vez, procedía a utilizar sus agudas dotes de observación. En esto, por lo visto, tenía un talento mayúsculo. Así que vertía en sus cuadernos de campo todo aquello que retenía con sus sentidos, especialmente con una memoria visual privilegiada.

«Antes de sacar de un caso aislado una regla general, experiméntalo dos o tres veces, observando si las experiencias producen los mismos efectos».

Leonardo da Vinci.

El tercer paso era experimentar. Realizar ensayos y comprobar de manera empírica que el fenómeno se repetía para poder trazar una hipótesis válida y aplicarlo finalmente a sus diseños o a su arte. Esto le convertía en un verdadero adelantado a su época.

Macrocosmos, microcosmos y analogías

Leonardo acogió para sí una de las teorías clásicas como era la del macrocosmos y el microcosmos. Las leyes que rigen la naturaleza: el macrocosmos, son las mismas que rigen al hombre: el microcosmos.

Trazaba analogías, el descubrimiento de una ley de la naturaleza la llevaba al hombre. Por ejemplo: aplicaba los conocimientos sobre los movimientos turbulentos del agua (macrocosmos) al movimiento de la sangre en el corazón (microcosmos).

El arte le servía a Leonardo para entender y mostrar mejor sus descubrimientos científicos. No es casual que sus dibujos de anatomía no sean esquemáticos, sino de una gran belleza, pero sobre todo, de una fidelidad asombrosa. Con sombreados que hacían la ilusión de perspectiva y profundidad necesarias para comprenderlo mejor. A un solo golpe de vista. Sus dibujos son preciosos y precisos. A través de ellos, establecía analogías visuales, como los rizos de los cabellos con los remolinos del agua o como en el caso del dibujo de un feto y una semilla dentro de la cáscara.

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Dibujo de feto dentro de útero.

Leonardo da Vinci: el diseñador

La unión del artista, el científico y el creativo innovador dieron como resultado un Leonardo da Vinci inventor. O así se le suele conocer, pero yo lo veo más como diseñador, porque muchos de sus inventos nunca se llegaron a realizar o probar.

«En todo viaje hay oportunidad de aprender algo. La naturaleza es tan benigna que ordena las cosas de manera que, en cualquier parte del mundo, encontrarás algo que imitar».

Leonardo da Vinci.

Le fascinaba diseñar nuevas y creativas soluciones. Muchas veces observando agudamente a la naturaleza. Parece que disfrutaba más en ese proceso creativo, de invención, que en el siguiente paso de llevarlo a cabo. En pocas ocasiones cerró el círculo y pasó a crear la multitud de máquinas y utensilios que llegó a diseñar.

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Códice Atlántico.

Ir más allá

Y fracasar.

Y no una, ni dos, sino muchas veces.

La mayoría de las obras y proyectos de Leonardo fueron un fracaso. Encargos que nunca llegó a realizar (retablo para la capilla de San Bernardo en el Palazzo Vecchio), pinturas inacabadas (La Adoración de los Magos, San Jerónimo penitente), otras nunca entregadas (La Mona Lisa), frescos que se resquebrajan (La Última Cena) y desaparecen (La Batalla de Anghiari). En su obra existen más obras con problemas que éxitos. Y lo mismo podemos decir de sus proyectos o inventos.

Al realizar sus pinturas se hacía preguntas constantemente (¿qué músculos intervienen en expresiones como la furia o la sonrisa?). Esto le hacía buscar una solución (estudios anatómicos, disecciones para poder comprender qué músculos se accionan). Pero cuando parecía que había llegado al final del dilema planteado, Leonardo iba más allá y ya no era suficiente saber lo necesario para su obra, sino que por mero placer y curiosidad seguía el hilo hasta el final. Terminaba haciendo un estudio profundo sobre todos los músculos de la cabeza y de la estructura del cráneo y de los nervios y… Parece que para él era más importante la investigación, el conocimiento, el placer de descubrir, que la satisfacción de la obra terminada.

La desbordada fantasía de Leonardo le hacía pensar a lo grande, ir más lejos de lo ya establecido o conocido. Esta mentalidad visionaria y grandiosa le hacían acometer retos inverosímiles para la época, disparatados incluso. La fantasía de volar, cambiar el curso de un río como pretendía con el Arno, un plan de urbanismo salubre y ordenado para Milán, una nueva técnica para pintar frescos que permitiera el trabajo pausado… Él no conseguiría ninguna de estas proezas, pero las intentó con convencimiento.

Convicción inquebrantable

Fracasar pero después levantar. Leonardo tenía una inquebrantable convicción, increíble seguridad en sí mismo. Creía en sus ideas y en su uso del método científico, aunque errara alguna vez.

Leonardo no estaba equivocado y sí un tanto adelantado.

Cuando acometía sus obras buscaba siempre innovar, ser diferente, reconocido, no convencional. Leonardo tenía una personalidad perfeccionista e inconformista. Su afán de conocimiento le llevaba a buscar en la ciencia las herramientas para mejorar su obra. Se adentraba en la resolución de un porqué, su perseverancia le hacía llegar hasta el final. Esta carrera hacia comprenderlo todo y poder expresarlo en sus pinturas le llevaron, quizás, a ser el primer científico al estilo moderno.

Gran observador, curioso insaciable, ansioso de conocimiento, innovador, inconformista, obsesivo, pasional, inconstante, desordenado, procrastinador a veces, perseverante otras, amante de la naturaleza. Así era el genio y humano Leonardo da Vinci.

Los cuadernos extraviados

Según autores, entre la mitad y un cuarto de los cuadernos de Leonardo da Vinci están perdidos y sin mucha esperanza ya de dar con su paradero. Esto alimenta muchas conjeturas: ¿cuántos más inventos, cuántos más conocimientos científicos, personales, ignoramos del genio? Si siempre existe un halo de misterio alrededor de la figura del florentino, las suposiciones sobre lo que puedan contener los cuadernos extraviados, lo hace aún más grande.

Qué diferente hubiera sido el desarrollo de la ciencia occidental si los tratados de Leonardo se hubiesen publicado en vida o al poco de fallecer. Pena que Leonardo no fuera demasiado ordenado en sus cuadernos, y aunque tuvo en muchas ocasiones intención de organizarlos por materias y publicar diferentes tratados (anatomía, vuelo de los pájaros, perspectiva, óptica, geología, botánica, geometría…) nunca llegó a acometerlo.

Y los encontrados mucho después

En cuanto a los cuadernos que sí se han podido rescatar, el problema es que cuando ya fueron descubiertos y se pudieron consultar era demasiado tarde.

Después de cientos de años de permanecer ocultos en colecciones privadas o simplemente extraviados, cuando esa información, adelantada a su tiempo, fue compartida, ya había sido descubierta por otros. Si los intelectuales más cercanos al Renacimiento hubieran tenido acceso a las investigaciones de Leonardo, el avance en algunas materias como anatomía, óptica o ingeniería hubiera sido relevantes. Al igual con muchos de los inventos que diseñó y que no llegó a realizar. Habrían sido el germen de máquinas cuya realización se podría haber adelantado en el tiempo.

«No he perdido ante la dificultad de los retos, sino contra el tiempo».

Leonardo da Vinci.

Tengo la absoluta certeza de que nuestra civilización hubiera avanzado más rápido de haber trascendido toda esa información en el momento en el que el genio nos dejó. Otros hubieran continuado la senda que ya había marcado Leonardo.

Muchas veces he fantaseado con imaginar que Leonardo consiguió realizar una máquina del tiempo y se planta de repente en 2022. Vería asombrado, aviones, helicópteros, coches, puentes gigantescos, grúas imponentes, paracaidistas, buceadores… y diría: «Vedi, sapevo che era possibile», es decir, «Ves, sabía que era posible».

Enigmático y contradictorio Leonardo

El misterio y el enigma es una de sus señas de identidad. No sé si en parte buscadas por él mismo o resultado de su personalidad intrigante.

Vegetariano, pacifista, generoso, sociable, buen conversador, contradictorio…

Muy contradictorio. Era pacifista, pero inventaba máquinas de guerra y se interesaba en nuevas soluciones en ingeniería militar para fortalezas y castillos. Vegetariano y amante de los animales, pero realizaba disecciones a animales, en ocasiones vivos. Generoso, pero en vida no compartió sus investigaciones. Puede que fuera tan contradictorio como cualquiera de nosotros. Un genio descarnadamente humano (parafraseando a Blas de Otero).

En sus escritos existen pocas referencias a sus pensamientos más íntimos. Quizá aún no hemos encontrado algún diario todavía perdido, pero, en principio, tendremos que pensar que era un tanto hermético.

Esta falta de conocimientos sobre el genio han alimentado multitud de suposiciones. Teorías sobre sus obras (La Mona Lisa y La Última Cena se llevan la palma) y sobre su vida.

Existe mucho claroscuro y sfumato en lo que sabemos de Leonardo. Quizá sea parte de su encanto.

Imitando al genio: yo también deseo ir más allá. ¿Te vienes?

Empieza por conocer la biografía del genio florentino.

Imágenes: Wikimedia Commons.