La infancia de Leonardo da Vinci

«La infancia es la patria del Hombre» o algo así, dijo el poeta austriaco Rainer Maria Rilke. ¡Qué razón tenía! La infancia es la etapa en la que se forma nuestro carácter, nuestra noción de hogar, de pertenencia, nuestros recuerdos y el lugar al que acude nuestra nostalgia.

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¿Cómo fue la infancia de Leonardo da Vinci? ¿Qué convirtió al pequeño Leo en Leonardo da Vinci, el genio del Renacimiento, el polímata, el Hombre Universal?

El nacimiento de Leonardo da Vinci

El pequeño Leonardo nació en Vinci (a unos treinta kilómetros de Florencia) o en Anchiano (que dista tres kilómetros de Vinci y se trata de una pedanía de esta). Según lo escrito por Antonio, notario y abuelo de la criatura: el sábado 15 de abril de 1452 a la tercera hora de la noche (hacia las 22 horas). Conocido después como Leonardo da Vinci por nacer en esta localidad, aunque en realidad su nombre correcto sería Leonardo di ser Piero da Vinci, ya que su padre era Piero da Vinci.

Leonardo era fruto de la relación entre ser Piero da Vinci, notario, y de Caterina Lippi o Caterina di Meo Lippi, de origen humilde. Leonardo no fue reconocido por su padre debido a la diferencia de clase social. Además, ya por entonces se encontraba comprometido con Albiera, hija de un destacado notario florentino.

Lugar de nacimiento de Leonardo da Vinci

Como todo lo que rodea a Leonardo da Vinci, siempre hay cierta controversia, diferentes investigaciones y suposiciones divergentes. Esto se debe a que existen pocos documentos de la época que den una respuesta clara a las preguntas de los estudiosos e investigadores de Leonardo.

El abuelo de Leonardo, Antonio, sí dejó apuntada la fecha exacta del alumbramiento, no se han encontrado documentos que afirmen con exactitud el lugar del nacimiento. Parece claro que fue en Vinci o en la pedanía cercana de Anchiano, ya que el propio Leonardo firmaba en ocasiones como «Leonardo o Lionardo da Vinci», su propia firma confirma que provenía de esa localidad. La duda se encuentra en saber el lugar concreto.

Una de las hipótesis emplaza el nacimiento en la casa con jardín de la familia paterna adosada a los muros del castillo, en el centro de Vinci. Pero no parece que fuera muy práctico y decoroso que la humilde madre de Leonardo permaneciera durante un tiempo prolongado en la residencia de los Da Vinci. Más teniendo en cuenta que el niño no iba a ser reconocido por su padre.

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Posible casa natal de Leonardo da Vinci en Anchiano.

La otra teoría plausible es que naciera en una pequeña casa de piedra en la aldea de Anchiano, pedanía situada a tres kilómetros de Vinci. Parte de la finca pertenecía a Piero di Malvolto, padrino de su padre Piero y que también lo fue de Leonardo. Esta pequeña casa se encontraba adosada a la vivienda de la madre de Malvolto, una viuda de setenta años.

El bautizo

El día siguiente de su nacimiento, es decir, el domingo 16 de abril de 1452, Leonardo fue bautizado en la iglesia de Vinci. Fue un importante acto público, aún a pesar de las circunstancias y del no reconocimiento del bebé por parte del padre. Más de diez testigos actuaron como padrinos (entre ellos Piero di Malvolto). El acto contó con la presencia de personalidades importantes de la localidad.

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Iglesia de Vinci, lugar del bautizo de Leonardo da Vinci.

Después de una semana, Piero da Vinci dejó a Caterina y a su hijo Leonardo para volver a trabajar a Florencia.

La madre de Leonardo da Vinci

El halo de misterio en torno al nacimiento de Leonardo continua con los orígenes de su madre. Lo que sí parece claro es que su nombre era Caterina, de apellido Lippi o di Meo Lippi.

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Boceto de Santa Ana de Leonardo da Vinci. Quien sabe si Leonardo pudiera inspirarse en su propia madre.

Según el llamado Anónimo Gaddiano (uno de los primeros biógrafos de Leonardo da Vinci), Caterina sería «de buena sangre». Algo que no casa demasiado con el resto de autores que consideran a Caterina de origen humilde, campesina.

También existe la teoría de que pudiera ser una esclava china o árabe. Era corriente utilizar el nombre de Caterina para las mujeres esclavas. Esta tesis también se sustenta en el estudio de una huella dactilar de Leonardo, de la que se dice que tiene rasgos arábicos. Aunque no está aceptado de manera mayoritaria que mediante una huella dactilar se pueda comprobar el origen étnico.

La creencia más extendida es que Caterina Lippi era una muchacha, campesina y pobre, que vivía en Vinci. Nacida en 1436, quedó huérfana de con catorce años. Ella y un hermano menor pasaron a vivir con su abuela, que murió un año después. Caterina y Piero da Vinci mantuvieron relaciones en julio de 1451, en una de las visitas que Piero hacía a su pueblo natal. Por entonces ella tenía dieciséis años y él veinticuatro.

El padre de Leonardo da Vinci

Los orígenes del padre de Leonardo sí están claros.

Piero da Vinci era notario, nacido en Vinci, pero desarrollaba su labor profesional en Florencia. Heredero de una estirpe de notarios, lo que era normal en la época, cuando el oficio pasaba de padres a hijos primogénitos varones.

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El conocido como Autorretrato de Turín de Leonardo da Vinci, para otros el retrato de su padre Piero da Vinci.

Ser Michele da Vinci

Michele, es quien inicia una estirpe de notarios a principios del siglo XIV. Hay que entender la importancia que tenía la figura del notario en una Italia que vivía un auge del comercio. Era necesario redactar contratos mercantiles, escrituras de propiedades, testamentos y otros documentos que se escribían en latín.

Michele se estableció como notario en Vinci, lo que le daba el trato de «ser», llamándose ser Michele da Vinci. Su hijo y nieto fueron importantes notarios, alcanzando este último el cargo de canciller de Florencia. Antonio, el abuelo de Leonardo, sería el sucesor. Aunque mantendría el cargo de notario, no tendría la misma ambición de sus antecesores. Se contentaba con una vida sin preocupaciones, viviendo de las rentas que daban las tierras de la familia.

Ser Piero da Vinci

Piero, el padre de Leonardo, era el primogénito de Antonio y encargado de mantener el oficio. Se estableció en Florencia, ejercía en el Palazzo del Podestà, enfrente de la sede del gobierno florentino: el Palazzo della Signoria. Era el notario de algunas órdenes religiosas y de muchos conventos de la ciudad, también de la comunidad judía y, al menos, en una ocasión de los mismos Medici.

Esta posición influyente le serviría a Leonardo para conseguir alguno de sus primeros contratos. Aunque Piero no parece que fuera un padre dedicado, al menos, sí parece que ayudó de manera ocasional a su primogénito pero no reconocido hijo, echándole una mano en sus primeros pasos como artista en Florencia. De hecho, percatándose del talento natural de Leonardo para el dibujo, le enseñó bocetos al maestro Andrea del Verrocchio, a quien le pidió consejo. Este, viendo el genio del joven Leonardo, lo admitió inmediatamente como alumno en su taller.

Un marido para Caterina

Como ya hemos visto, un enlace matrimonial entre los padres de Leonardo era inviable por la diferencia de clases sociales y porque además Piero ya estaba comprometido con otra mujer.

Piero ayudó a buscar un marido para Caterina, que casó poco después de alumbrar a Leonardo con un alfarero vinculado a los Da Vinci. De nombre Antonio di Piero del Vaccha, alias Accattabriga, que significa pendenciero, aunque parece que no hacía honor a su apodo.

Los primeros años de la infancia de Leonardo

Accattabriga y Caterina se establecieron en una pequeña granja a las afueras de Vinci. Allí pasó Leonardo sus primeros cinco años de vida. Después del nacimiento de Leonardo, Caterina y Accattabriga, tuvieron cuatro niñas y un niño.

La relación con Piero da Vinci era cordial. Incluso, veinte años después, Accattabriga trabajaba en un horno de alfarero alquilado por Piero y fueron testigos de forma recíproca en algunas firmas de contratos y escrituras.

A partir de los cinco años, la creciente prole de Caterina y Accattabriga fuerza a que el pequeño Leonardo se traslade a la casa familiar de los Da Vinci, en el centro de la villa. En un documento del catastro de 1457, entre la lista de personas que dependían del abuelo Antonio figuraba «Leonardo, hijo del mencionado ser Piero, no legítimo, nacido de él y de Caterina, que en la actualidad es la esposa de Accattabriga».

El tío Francesco y la infancia de Leonardo

En la casa familiar de los abuelos de Leonardo, también convivía con ellos, Francesco, el hermano mayor del padre de Leonardo.

Francesco salió a su padre Antonio. Un tanto despreocupado, soñador, amante de la naturaleza y del campo. Le sacaba quince años a su sobrino Leonardo y pasó a ser algo así como el «tío guay» de este. Para Leonardo fue como un padre.

La influencia de su tío Francesco fue determinante para el desarrollo durante la infancia de Leonardo. Nunca sabremos cuanto de herencia genética tenía para el pequeño Leo, su insaciable curiosidad, la aguda capacidad de observación, su desatada fantasía y el profuso amor a la naturaleza. Pero lo cierto que todos esos rasgos coinciden con la personalidad de su tío y parece que ayudaron a potenciar el propio talante de Leonardo.

Las vivencias con su tío Francesco durante sus primeros años de vida en un entorno rural le ayudaron a desarrollar su carácter curioso, observador, pasional, creativo y amante de la naturaleza.

Bastardos

Esta sonora palabra define a todo aquel hijo que ha nacido fuera del matrimonio e/o ilegítimo de padre conocido. Ser hijo bastardo era muy normal en la época.

Debemos tener en cuenta que en la por entonces la mayoría de los matrimonios eran concertados. En el caso de las familias de cierta posición, lo normal es que los hombres no buscaran esposa hasta pasados los veinte años, a veces hasta los treinta o más. En cambio, la mujer era quien debería de proveer de descendencia, así que eran casadas muy jóvenes (y sanas) en torno a los dieciséis años. Esto hacía normal que los hombres, antes de llegar al matrimonio, ya hubieran tenido relaciones con otras mujeres de clase social inferior y probablemente hijos ilegítimos.

Pero que fueran ilegítimos no quiere decir que estuvieran repudiados o no fueran queridos, que no formaran parte de la familia o que no pudieran ocupar cargos de relevancia.

Benditos bastardos

Ya en la Edad Media y aún más en el inicio de la Edad Moderna, y más concretamente, en el Renacimiento, existieron insignes bastardos. Ser hijo ilegítimo podía ser un freno en muchas circunstancias, pero en ocasiones contaban con más libertad para elegir su propio destino, para ser más audaces e intrépidos.

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Juan de Austria y César Borgia, reconocidos bastardos.

Ejemplos de bastardos insignes fueron Juan de Austria, hijo del emperador Carlos V, importante militar en la corte de su hermano Felipe II. De la Italia del primer Renacimiento tenemos a Lorenzo Ghiberti, Leon Battista Alberti o el referente de Maquiavelo para su tratado de política El Príncipe: César Borgia. Hijo ilegítimo del papa Alejandro VI y poderoso capitán de los ejércitos papales, con quien el mismo Leonardo llegaría a trabajar y compartir viajes por el centro de Italia.

Leonardo da Vinci, el bastardo

En el caso concreto de Leonardo da Vinci, ser bastardo le eximía de la obligación de seguir los pasos de su padre y ser notario. Es cierto, que ejercer el oficio de notario era tener una vida resuelta, pero a la vez era cortar las alas de la imaginación desbordada de un genio. ¿Te imaginas a un Leonardo da Vinci notario? No estaría yo ahora escribiendo sobre el genio vinciano. Ni yo, ni nadie.

Para poder heredar el oficio de notario, el venerable gremio de Jueces y Notarios, estipulaba que los descendientes primogénitos y sucesores debían ser legítimos, tal y como mandaba las buenas costumbres. No todos los gremios tenían esta regla, pero ellos debían ser los primeros en dar ejemplo de moral intachable. Tenían que mantener una reputación formal y ofrecer confianza debido a sus funciones.

La bastardía era un estatus un tanto ambiguo, Leonardo formaba parte de la familia, pero no del todo. Esto se verá reflejado posteriormente, ya que no parece tener relación con los hijos de su madre Caterina con Accattabriga y tuvo disputas hereditarias con los hijos de su padre Piero a su muerte. Con ellos sí existía cierta relación, aunque no parece que fuera un hijo más de su padre, o al menos, no igual que un hijo legítimo. Además, por una acusada diferencia de edad, nunca convivió con ninguno de sus hermanos paternos. Esta circunstancia también le obligó a ser más independiente y autónomo.

Ser bastardo te da alas

Ser bastardo le ofreció a Leonardo la suficiente independencia para poder elegir su destino. La infancia de Leonardo da Vinci pudo ser mucho más libre, ya que su destino no estuvo impuesto. No tener la obligación de formarse como notario le proporcionó nuevas posibilidades.

Pero la bastardía también tenía sus restricciones. No pudo acceder a las llamadas Escuelas de Latín, donde se enseñaba este idioma, griego y humanidades. Solo pudo recibir una educación formal básica en una Escuela de ábaco, donde aprendería a leer, escribir y hacer cuentas simples.

Esto le convirtió en una autodidacta. Muchos años más tardes intentó aprender latín para poder acceder a los tratados de autores antiguos como Marcos Vitruvio que le sirvieron para confeccionar su propio Hombre de Vitruvio. Elaboraba largas listas de palabras en latín para memorizar que aparecen en el Códice Trivulziano. Esto le obligó a ser discípulo de la experiencia y a explotar su creatividad para encontrar diferentes maneras de resolver los problemas que su inquietud y curiosidad le planteaban.

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Códice Trivulziano, hoja con listas de palabras en latín.

Infancia y naturaleza

En los cuadernos de Leonardo existen pocas referencias biográficas, al menos, en lo que se ha podido descubrir hasta el momento. Pero existe un apunte en el Códice Arundel sobre un paseo por los alrededores de Vinci y una cueva oscura. Tras dudar si entrar o permanecer fuera de la caverna, Leonardo decide adentrarse entre las rocas: «surgieron repentinamente dos emociones, miedo y deseo. Miedo a la amenazadora y oscura gruta; deseo de ver si encontraba alguna maravilla en su interior». La curiosidad ganó la partida y dentro descubrió el fósil de una ballena incrustado en la pared. Acontecimiento que le valdría después para investigar como aquello podría haber llegado hasta allí, buscar una explicación a la formación del terreno y estudiar geología.

Quizá fuera un acontecimiento sublimado por el recuerdo, a mí me ha sucedido muchas veces. Cuando he vuelto a un lugar que visité de niño me he dado cuenta de cómo la fantasía ha trabajado en mi memoria y lo que recordaba como algo excepcional, pues no lo era. Pero lo cierto es que en este recuerdo de Leonardo nos habla de su audacia y curiosidad, de cómo la naturaleza y sus hallazgos eran importantes en el desarrollo de su niñez.

Volar, el milano y Freud

Dentro del Códice Atlántico, Leonardo deja escrito: «uno de mis primeros recuerdos de infancia fue que, estando yo en mi cuna, según creo, vino un milano hacia mí, me abrió la boca con su cola y me golpeó varias veces con esta en los labios». Es posible que otra vez la subjetiva memoria y la fantasía propia de Leonardo se unan para conformar un recuerdo un tanto increíble. También era una manera utilizada por el propio Leonardo para encontrar una explicación a su obsesión por volar y su desmedido interés en diseñar máquinas que permitieran el vuelo autopropulsado.

Este episodio de Leonardo y el milano llamó la atención del padre del psicoanálisis: Sigmund Freud. El eminente neurólogo partió de una premisa equivocada desde la que monta una teoría, a mi juicio, absolutamente delirante. Lo explica en su breve ensayo Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci.

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Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci, Sigmund Freud.

Freud emplea una mala traducción alemana del relato de Leonardo en la que se confunde al milano con un buitre. De ahí pasa a explicar el simbolismo que tiene la figura del buitre en el Antiguo Egipto. Continúa con la relación etimológica entre la palabra «buitre» y «madre». Después desgrana el sentido de la palabra «coda» del italiano (cola en español) y su trasmutación por la palabra «pene», que relaciona con una felación y la homosexualidad de Leonardo. Pareciera que Freud hubiera unido todo aquello que imaginaba sobre la conducta de Leonardo da Vinci y hubiese retorcido el texto de este para poder avalar su teoría sin lógica alguna. Más cuando el punto de partida estaba equivocado.

La Virgen, Santa Ana y el Niño Jesús y la silueta del buitre leonardo

No contento con esto, también quiso ver la silueta de un supuesto buitre en la obra La Virgen, Santa Ana y el Niño Jesús. Yo no puedo evitar llamarlo: la invención del buitre leonardo y siempre me acuerdo del tema cuando voy a las Hoces del Duratón.

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La supuesta silueta del buitre que Freud encontró en La Virgen, Santa Ana y el Niño Jesús de Leonardo da Vinci.

Freud se basaba en que durante la infancia de Leonardo da Vinci, este tuvo a dos madres: Caterina y su abuela paterna, que simboliza en la Virgen y Santa Ana del cuadro. Cree, además, descubrir una figura de un buitre (el buitre leonardo) escondida entre las ropas de la Virgen y Santa Ana, que adentra su cola en la boca del Niño Jesús, como si este fuera el mismo Leonardo. La verdad es que el ensayo no tiene desperdicio, resultado de una creatividad y fantasía desbordada. Aunque, quizá, en alguna de las explicaciones que realiza sobre la infancia de Leonardo y su influencia en su obra puede que acierte. Alguna, quizá.

De niño a joven

En 1464 fallece Albiera, la madrastra de Leonardo, en el parto del que iba a ser el primer hijo legítimo de ser Piero da Vinci. Antonio, el abuelo, murió poco tiempo antes. Ya con doce años, Leonardo debía empezar a prepararse para aprender y trabajar en un oficio. Su padre, que vivía solo, decidió llevarlo consigo a Florencia. Y como ya hemos visto, siendo consciente del talento para el dibujo de su hijo, pasaría a ser alumno del taller de su amigo Andrea del Verrocchio, por entonces uno de los más reputados de Florencia.

Este hito marca el final de la infancia de Leonardo e inicia su juventud en Florencia.

Imágenes: Wikimedia Commons.